domingo, 24 de noviembre de 2013

(Sereno)



Creo que me cansé de recorrer. Me cansé de mirar, me cansé de andar, estoy agotado de estar huyendo, de estar pensando, de estar deseando, de no tener casa, de no tener raíz. Me cansé de esperar a que te fueras, de no volver, de esperar que escribas en vez de sólo responder. Me cansé de no saber conquistar, de no saber hablar, me cansé de intentar, de esperar, de ilusionar, de soñar, de escribir. Me cansé de las caras bonitas, de las borracheras, estoy agotado de las peleas, de los sonidos, del espectáculo, del turismo, del desarraigo. Estoy cansado de querer las caderas, las cinturas, tus gafas grandes de marco abundante, me cansé de la paranoia, de las fotos, los videos. Me cansé de querer compartir, me cansé de la barriga, de comer, y casi también de beber. Me cansé de las mujeres hermosas, de los homosexuales, me cansé de las fantasías con narices de payaso y ojos verdes o azules, me cansé de los colectivos, de querer que me lleven, de querer fantasear, me cansé de la vida normal, del levante, de los dientes y el mal olor. Me cansé de los lagos, de las sirenas, de los niños y los animales.

Y justo ahora te estaba escribiendo que me esperaras, perdón, estaba esperando que me escribieras…

A la mierda los vegetarianos
A la mierda los pacifistas
A la mierda los ambientalistas

A la mierda los policías
Los militares
Los curas

A la mierda los artistas
A la mierda los hippies
Los filósofos


A la mierda el comercio, los restaurantes
Los museos

A la mierda las iglesias, las creencias
Los obreros

A la mierda los egos, los genios
Los deseos

Las noches emborrachadas en cresta
Y las mañanas vacías y en descenso

A la mierda los trajes, los atuendos
Los peinados de colores y los
Sacrificios sin argumento

A la mierda las batallas perdidas
Los putos viejos amigos
Los sueños, los recuerdos

A la mierda con la gente, las personas
Y los pueblos.

Que vivan las musas y la música

Que vivan los instantes, la luz, el ruido,
El tabaco, la cerveza
La noche pública, los baños,
La ceniza y el viento

Solo

Sólo me queda el viento.


domingo, 17 de noviembre de 2013

Observador Inequívoco

Apúrate, ¡apúrate!
Le dice ella a él
Él corre desconcertado
ambos alcanzan el bus. 

Suben, se ciñen a la demás gente
Se miran inundados, entre el calor del tumulto
El frío circundante de la noche, 
de los demás transeúntes, 
todos húmedos, mojados, excitados a la hora pico.

Surcan su rumbo a la comodidad de casa,
al calor interno,
lejos del pavimento mojado y los charcos de barro
avanzan hacia el interior de un hogar,
de un lugar seco,
caluroso,
de una taza de café, una comida caliente, el noticiero,
ver a los demás
mojados, pero desde dentro.

Como está él ahora y como lo está por las horas
por los cambios de clima, 
que no lo inmutan en lo más mínimo,
desde que se despierta ve pasar a las personas,
ve el amanecer, el medio día, el atardecer,
siempre desde el mismo lugar, 
paciente, sin pedir nada, 
sin recomendar nada,
sin juzgar nada,
ve pasar las horas

Yo lo recuerdo de repente,
tomo mi botella y le doy un pequeño baño,
no demasiado para que no se pudra
es resistente y delicado,
ni siquiera me estaba esperando con ansias,
solo se zambulle y se alimenta,
no me necesita, 
“no me riegues demasiado,
que me ahogo”- dice,

Han pasado meses y no ha crecido nada,
lo puse en un lugar más amplio
y a él parece no importarle, 
no se ha expandido de todos modos,
no se ha inmutado ni me ha dicho su opinión

¡¿Pero qué es lo que tanto observa?!
¿Cuales son sus maneras de analizar a la gente?
De comprenderla desde la ventana, 
Para él, quizás, solo somos un parpadeo en su existencia,
y podría seguir creciendo sin necesitarme, sin necesitar a nadie,
¡no lo voy a alimentar de nuevo, a ver si es que no me va a necesitar!

Ahora ya no depende de mi,
nunca lo ha hecho,
y aunque sufra con todas sus fuerzas
y esté a punto de morir,
no me lo dirá jamás,
no se marchitará de a pocos,
solo de un día para otro,
amanecerá fallecido,
seco y chupado,
sin ánimo,
muerto.

Maldita naturaleza débil y estúpida
no me resisto y lo empapo de nuevo,
él vuelve a vivir, pero no gracias a mi
la vida ha seguido transcurriendo,
y desde donde él me ha enseñado a verla
dejarse quieto a morir 
es suficiente,
para salvarse,
tomando el aire de uno mismo
y el medio circundante, que ni siquiera
se da cuenta o se percata
de la presencia
precioso
                                               Cactus.