viernes, 20 de diciembre de 2013

Estrategia


Ante la calamidad solo queda afrontar los hechos. Tampoco era terrible, unos días más en ese lugar, maravilloso, había que disfrutarlos. Tomé la bicicleta, ella se animó a ir conmigo. Al principio andamos a la par, después, y aunque no soy nada experto, ella se queda atrás y le cuesta seguir el camino, tropieza, cae, se levanta, pelea, se seca el sudor. Decide volver, no lo cuestiono y no interesa. Sigo mi camino, lento, pedaleo y ajusto los cambios a la subida, a la bajada. Un mirador increíble, los más privilegiados o los más cínicos viven allí. Paro, veo el basurero más fino y elegante que debe existir. Le saco una foto. Me pierdo en el paisaje, en las luces que aún no han encendido, la inmensidad, la totalidad, el hormiguero. Sigo recorriendo las fauces de los cerros, entro y salgo de bosques, montañas, planicies, laderas. Estoy agotado por la falta de costumbre, por la falta de ánimo regular, hay muy pocas cosas que me importan y casi todas me fastidian, pero esto no, este esfuerzo es válido, es lúcido, es innegable la belleza del momento, del viento, la música, las piernas y el culo que arde, el sudor. Se aproxima un puente. Si capturara el paisaje entero serían diez mil fotos angulares, cada una con un cambio de luz, con una temperatura de color distinta. 


Sigo a pie por unos metros, me acerco a un pequeño morro para tomar una buena fotografía. Se me escapa. Quién sabe si sí veré esas fotos después de todo. Esto no se puede retratar ni transmitir por ningún lenguaje. Quiero buscar una cerveza. Dejo el mapa tirado y sigo el camino a pie, después de pasar la subida retomo de nuevo sobre mi vehículo y pedaleo para que alcance el impulso para la siguiente, no es así y termino bajando de nuevo, ¿descansar?, no es una opción. Sigo una indicación a un bar, es bien exuberante, clásico. Soy el único cliente, una mesera me invita a degustar la cerveza, tienen roja, negra y rubia, pruebo la negra y la rubia. Me quedo con la rubia, pido un vaso mediano y tomo asiento junto a la ventana, en un instante me la traen, doy las gracias con un gesto, está helada y espesa, como nunca, como con nadie. De repente ya son tres, y las dos últimas más grandes. Salgo del lugar y monto en mis dos ruedas. Paso por lugares más conocidos, por acá ya he pasado antes, en otro momento, con otras personas, resulta que no siempre ando solo, y resulta que así me parece simpático. No le quiero sacar foto dos veces a nada. Paso derecho y omito ese mirador. Vuelven a aparecer los semáforos, las luces encendidas pero el cielo aún azul. Siento el mareo de la cerveza, el viento, el frío, los charcos, la luna ya brilla y el pueblo se fue a dormir temprano y a otra parte. Él se siente un poco mejor y ella, derrotada y aburrida, se ha dedicado a tomar fotos por todas partes. En un par de días partiremos, quizás yo me adelante. Lo valioso de estas enfermedades, es que te dejan el cuerpo intacto, apenas tienen que tocarlo para destruirlo. A recalentar algo y asumir el frío. 

domingo, 24 de noviembre de 2013

(Sereno)



Creo que me cansé de recorrer. Me cansé de mirar, me cansé de andar, estoy agotado de estar huyendo, de estar pensando, de estar deseando, de no tener casa, de no tener raíz. Me cansé de esperar a que te fueras, de no volver, de esperar que escribas en vez de sólo responder. Me cansé de no saber conquistar, de no saber hablar, me cansé de intentar, de esperar, de ilusionar, de soñar, de escribir. Me cansé de las caras bonitas, de las borracheras, estoy agotado de las peleas, de los sonidos, del espectáculo, del turismo, del desarraigo. Estoy cansado de querer las caderas, las cinturas, tus gafas grandes de marco abundante, me cansé de la paranoia, de las fotos, los videos. Me cansé de querer compartir, me cansé de la barriga, de comer, y casi también de beber. Me cansé de las mujeres hermosas, de los homosexuales, me cansé de las fantasías con narices de payaso y ojos verdes o azules, me cansé de los colectivos, de querer que me lleven, de querer fantasear, me cansé de la vida normal, del levante, de los dientes y el mal olor. Me cansé de los lagos, de las sirenas, de los niños y los animales.

Y justo ahora te estaba escribiendo que me esperaras, perdón, estaba esperando que me escribieras…

A la mierda los vegetarianos
A la mierda los pacifistas
A la mierda los ambientalistas

A la mierda los policías
Los militares
Los curas

A la mierda los artistas
A la mierda los hippies
Los filósofos


A la mierda el comercio, los restaurantes
Los museos

A la mierda las iglesias, las creencias
Los obreros

A la mierda los egos, los genios
Los deseos

Las noches emborrachadas en cresta
Y las mañanas vacías y en descenso

A la mierda los trajes, los atuendos
Los peinados de colores y los
Sacrificios sin argumento

A la mierda las batallas perdidas
Los putos viejos amigos
Los sueños, los recuerdos

A la mierda con la gente, las personas
Y los pueblos.

Que vivan las musas y la música

Que vivan los instantes, la luz, el ruido,
El tabaco, la cerveza
La noche pública, los baños,
La ceniza y el viento

Solo

Sólo me queda el viento.


domingo, 17 de noviembre de 2013

Observador Inequívoco

Apúrate, ¡apúrate!
Le dice ella a él
Él corre desconcertado
ambos alcanzan el bus. 

Suben, se ciñen a la demás gente
Se miran inundados, entre el calor del tumulto
El frío circundante de la noche, 
de los demás transeúntes, 
todos húmedos, mojados, excitados a la hora pico.

Surcan su rumbo a la comodidad de casa,
al calor interno,
lejos del pavimento mojado y los charcos de barro
avanzan hacia el interior de un hogar,
de un lugar seco,
caluroso,
de una taza de café, una comida caliente, el noticiero,
ver a los demás
mojados, pero desde dentro.

Como está él ahora y como lo está por las horas
por los cambios de clima, 
que no lo inmutan en lo más mínimo,
desde que se despierta ve pasar a las personas,
ve el amanecer, el medio día, el atardecer,
siempre desde el mismo lugar, 
paciente, sin pedir nada, 
sin recomendar nada,
sin juzgar nada,
ve pasar las horas

Yo lo recuerdo de repente,
tomo mi botella y le doy un pequeño baño,
no demasiado para que no se pudra
es resistente y delicado,
ni siquiera me estaba esperando con ansias,
solo se zambulle y se alimenta,
no me necesita, 
“no me riegues demasiado,
que me ahogo”- dice,

Han pasado meses y no ha crecido nada,
lo puse en un lugar más amplio
y a él parece no importarle, 
no se ha expandido de todos modos,
no se ha inmutado ni me ha dicho su opinión

¡¿Pero qué es lo que tanto observa?!
¿Cuales son sus maneras de analizar a la gente?
De comprenderla desde la ventana, 
Para él, quizás, solo somos un parpadeo en su existencia,
y podría seguir creciendo sin necesitarme, sin necesitar a nadie,
¡no lo voy a alimentar de nuevo, a ver si es que no me va a necesitar!

Ahora ya no depende de mi,
nunca lo ha hecho,
y aunque sufra con todas sus fuerzas
y esté a punto de morir,
no me lo dirá jamás,
no se marchitará de a pocos,
solo de un día para otro,
amanecerá fallecido,
seco y chupado,
sin ánimo,
muerto.

Maldita naturaleza débil y estúpida
no me resisto y lo empapo de nuevo,
él vuelve a vivir, pero no gracias a mi
la vida ha seguido transcurriendo,
y desde donde él me ha enseñado a verla
dejarse quieto a morir 
es suficiente,
para salvarse,
tomando el aire de uno mismo
y el medio circundante, que ni siquiera
se da cuenta o se percata
de la presencia
precioso
                                               Cactus.



miércoles, 23 de octubre de 2013

¿por qué nunca estás despierta a las 3 de la mañana?


¿Qué posiblemente puede salir de un escrito hecho por obligación?, pensé que salir sería mejor que quedarme en casa de nuevo, en esta habitación, ya me sofocaba y necesitaba aire, necesitaba gente, necesitaba corroborar que el mundo seguía allí y que las personas seguían siendo tan absurdas como siempre, simplemente salí aquel día para comprobar que estar acá dentro era mejor, a veces necesito saber por qué el encierro, aunque tortuoso, guarda más coherencia y relevancia que cualquier otro plan.

Había un cumpleaños y una despedida de un apartamento. Primero uno y luego lo otro. 

Fiesta de cumpleaños: padres intentando festejar su propia vida celebrando haber tenido un hijo tantos años atrás, pasteles, comida, caras tristes, almas aburridas, una persona en medio del resto sonriente, muy pocas veces sinceramente pero la mayoría del tiempo nostálgica por la razón que sea. Está distraído entre saludos y cordialidades con gente que ni siquiera ve todo el tiempo, que ni siquiera importan generalmente. Llegan los aplausos y la sorpresa, las ganas de estar feliz, de sentir que realmente es una fecha especial, desde que se levanta en la mañana siente que todo debe ser distinto y que mucha gente que normalmente no se acuerda de él ése día tiene que hacerlo, luego llega la fiesta, donde finge sorpresa y admiración, siendo que las variaciones entre cada año son mínimas y en el fondo la nostalgia por una vida desperdiciada puja por salir, por irse solo, sentarse a llorar o clamar por piedad para poder cometer un suicidio, inútilmente pensando en no hacerle daño a los que lo rodean, que son unos egoístas. Todo sigue su rumbo normal, la rutina del que cumple años, hasta que comienzan a cantar. Mientras todos entonan una canción, en otro idioma generalmente, la persona no sabe como reaccionar y son los segundos más angustiosos de todo el día, todos cantan mirándolo, o viendo las velitas del pastel, él no sabe hacia donde dirigir la mirada y ve las velas también, las cuenta, se acuerda de la niñez por el olor a torta, piensa en lo miserable que han sido últimamente los años y lo poco bien que lo ha tratado la vida de una forma u otra, pero le toca sonreír y entonces ruega porque la maldita canción culmine rápido, por poder hablar con alguien o irse a dormir rápidamente para escapar de ese día y olvidar que nada tiene sentido, tal vez a la mañana siguiente, cuando encamine de nuevo su “otra” rutina, piense en los propósitos que se trazó y crea que algún día los va a lograr, pero sin avisar llega de nuevo el macabro día del cumpleaños y todo empieza de nuevo, o termina de nuevo. 

Sentí un cierto ánimo y calma al estar en un cumpleaños que no era mío, sabiendo que ese día estaré solo en mi habitación llevando mi vida normalmente.

Después del cumpleaños la despedida. Era la despedida de un apartamento, me pareció interesante el concepto; despedirse de un lugar que lo ha albergado a uno por algún tiempo y que ha sido la base para vivir diversas experiencias. Pensé en lo mucho que me gusta el lugar donde vivo y en la gran despedida que le haré el día que me marche. Pero estas personas no estaban realmente despidiendo el lugar, simplemente lo tomaron como excusa para hacer una fiesta e invitar a mucha gente, allí solo conocía a tres personas, todo el resto decía cosas como; “fumemos bareta y si los vecinos se enteran no importa porque ya nos vamos”. En un momento pedí un cenicero, y la respuesta fue; “No importa si caen las colillas al piso, o si los vecinos se enteran que estamos fumando, porque ya nos vamos de acá”. Pensé en lo pobre de todas esas afirmaciones, ¿cómo es posible que un lugar en el que uno ha habitado se trate diferente solo porque uno se va de allí?, pensé en la muerte, es lo mismo que las personas que se enteran que van a morir y comienzan a hacer de su vida lo que no ha sido, a llamar a los amores perdidos, a comer las cosas que se han reprimido por una razón u otra, a probar todo tipo de drogas, a viajar y gastarse el dinero solo porque se enteran que van a morir. Es como no haber vivido nada, si me gusta tirar las colillas sobre la alfombra lo hago desde el primer día y no espero hasta el último, si quiero hacer ruido y fastidiar a los vecinos lo hago y me fastidio mutuamente con ellos desde el primer momento, no espero a que se pongan de mal genio por el ruido para simplemente excusarme diciendo; “ya nos vamos a mudar, disculpe, no volverá a pasar”. Se me ocurría una gran comida, cerveza o quizás un vino, un habano y muchos placeres pequeños para despedir mi hogar cuando tenga que partir de ahí.

No quería bailar, ni quería conocer a nadie más, solo quería ver a las personas, o quizás si quería conocer gente y relacionarme a fondo con ellos, ver hasta donde podía tener tema de conversación y desear con muchas ganas volver a mi habitación renovado para no querer salir más en varios días. Fue agradable estar allí sentado, observándolos simplemente, bebiendo una cerveza, solo crucé palabras con dos personas que no conocía, ambos terminaron hablando de sí mismos, de lo que hacían en la vida, de sus proyectos, de obras de baile y de teatro, como si fueran importantes, o quizás lo eran, pero ellos le quitaban la importancia alardeando de eso. Recuerdo una mujer hermosa, que me acordaba de ella, tenía el mismo peinado y la misma contextura, bailaba frenéticamente pero solo compartía con su estúpido novio, que para nada tenía que conocer para saber que era un estúpido, la observé descaradamente toda la noche, quizás ya un poco ebrio, esperando que me dijera algo o él o ella. No pasó y estaban tan enamorados que quizás ni se dieron cuenta que la observé todo ese tiempo, yo seguía recordándola y pensé que quizás ella también estaría con alguien a esa hora, o no, o quizás estaría sola en su casa durmiendo, o bebiendo sola en su habitación, tenía que descubrirlo, ¿qué estaría haciendo?.  Me despedí rápidamente y emprendí el camino a mi adorada habitación, que por fortuna no quedaba muy lejos de ahí. Llegué sin hacer ruido, me interné en el paraíso, me senté en la silla reclinable, prendí un cigarrillo con la luz de la calle y disfruté como nunca ese momento, encendí el computador y revisé los correos, como si hubiera algo realmente nuevo alguna vez, me conecté a todas las redes a las cuales me podía conectar solo para ver si por allí estaba, ningún rastro, pensé en mandar un correo, en llamar, en gritar, en llegar allá donde fuere que estaba, ¿qué acaso me estaba convirtiendo en uno de ellos?, simplemente le mandé un grito de auxilio por uno de esos medios, no contestó, seguro estaría durmiendo o en cualquier actividad que no implica comunicación, de cierta manera actúa mucho más coherente que yo, al menos no tiene que salir para corroborar que quiere estar adentro, simplemente disfruta lo que sea que haga, pero por fortuna casi nunca está despierta a las 3 de la mañana, al menos que yo sepa.

domingo, 6 de octubre de 2013

Mercado Central


La cumbia peruana entraba por la ventana, tenía discoteca gratis, me encanta no escuchar bien, que el sonido venga roto, distorsionado, sin mezcla, incluso mezclado con la música tropical de alguna de las otras tabernas de la cuadra.
¿Quién pondría un hospedaje entre tantos bares que incluso abren los domingos?
Quizás todos, cuando se extingue la música, vienen a dormir acá, junto a mi, los borrachos, los solos, los acompañados, las colombianas y yo ni siquiera me entero. Solo sigo aquí con mi Pisco.

Bastante particular aquella noche.

El estomago quería escapar al otro día, tenía dinero y por querer demostrar bastante no había comprado nada para comer el día anterior, ni siquiera agua, ni alguna bebida, solo tenía galletas dulces de días anteriores y ya no las quería. El agua de la llave no, eso solo empeoraría las cosas.

Salí, no pagué la habitación porque no tenía suelto, debía cambiar, comer, fumar en la Plaza de Armas y venir a reponer un poco. A las personas que me había comprometido a escribirles, tendrían que esperar un poco más, si es que estaban esperando. 

El Mercado Central. No hay lugar más bello en el mundo, los museos, las iglesias, los edificios históricos, se pueden ir a la mierda al lado del Mercado Central.

No existe belleza más absoluta, ver y oler todo ese pescado sobre improvisados cubos de hielo, que salen de la misma agua que antes no quise beber, toda la sangre, los cuchillos gigantes, los pollos colgando del cuello, las personas cabeceando del cansancio del trabajo, de la verdadera relación del hombre con la naturaleza. Ver esos delantales manchados, el piso húmedo, los mesones y las señoras con las manos sucias de sangre. No hay lugar más hermoso.

Y entonces, vi sus piernas. Si que me gustan las piernas, al estilo de cualquier cumbia, me gustan más las piernas que un te amo en la mañana, eso ni siquiera me importa, eso ni siquiera me interesa, pero esas piernas. Tenía un vestido azul medianamente ajustado, sus senos no eran excesivos, pero tampoco nulos, perfectos, su piel morena y su acento.

Yo lo único que quería era un ceviche de pescado. Me senté a su lado, eso me da un placer inexplicable, simplemente sentarme junto a una mujer bella, pedirle algo excesivamente trivial, como; “¿me prestas el ají?, ¿tienes la hora?, ¿tienes fuego?”, para mi el placer es que me respondan, que me miren, con eso me basta, no soy tan ambicioso, no me interesa conocer a las personas.

Ella comía vegetales y pescado frito, yo pedí de principio ceviche, que era mi objetivo inicial, pero no había, por ella me quedé y tomé caldo de pollo. De segundo pedí ají de gallina y tampoco quedaba, maldición, lo que uno hace por la compañía silenciosa de una mujer. Terminé comiendo arroz a la jardinera y huevera frita, que no tengo idea de qué es. Sus piernas, todo se trataba de sus piernas, le pedí el ají, que afortunadamente estaba más cerca de ella, me lo dio y me preguntó de dónde era mi acento, la verdad es que encuentro mi acento atractivo, aunque no tenga pruebas de que es así. Le dije que era bogotano, no fluyó la conversación como cualquiera hubiese esperado pero yo estaba contento, no necesitaba más que ese acercamiento. Vi que comía despacio, no le di importancia y acabamos al tiempo, después de un rato no sé de dónde salió esto; “Voy para la Plaza de Armas, ¿sabes cómo llegar?”. La maldita-bendita señora que preparó la comida se adelantó a decir; “Por la calle Huallaga  derecho, a cuatro cuadras llega”, ella, viendo no sé qué atractivo en mi dijo; “Yo voy para allá, si quieres vamos juntos”. 

¿Esas hermosas piernas, ese acento, esos senos preciosos envueltos en azul y yo andando por las calles de Lima?, no lo podía creer. 

Nos fuimos juntos, traté de hablar de lo mucho que me gustaba el Mercado en el camino pero a ella no le importaba, y a mi realmente no me importaba que lo supiera, me sentí como un idiota y seguí caminando o más bien su camino, sin decir palabra. Una vez llegamos a la Plaza de Armas me preguntó qué iba a hacer ahora, le dije que iba a fumar, a ver a los turistas pasar y a comprar unas artesanías para mis sobrinos. Que maldita estupidez, ni siquiera tengo sobrinos, pero se sentó a fumar conmigo.

Le dije que en realidad dos meses y medio antes ya había venido y que me ubicaba levemente, que todo era una excusa para conocerla, ella respondió que no había mucho que conocer, me excité y quise ver sus piernas más a fondo.

Me pidió otro cigarrillo y me dijo que me callara, que era la misma carreta que le echaban los turistas siempre, que había acabado con ellos y que no quería creer más en el amor. Le di el cigarrillo y se puso a contarme sus penas de amor, ojalá todo se hubiera quedado en el ají.

Pensé en despedirme e irme, pero sus piernas eran el bien máximo, no podría ver algo así en semanas, meses o años, intenté tomarles una foto pero no sirvió, me sentí degenerado, aunque nadie me juzgaba por tomarle una foto al Palacio de Gobierno.

Me acompañó a comprar las artesanías, todo el camino estuve mirándola, observándola, admirándola, deseándola, queriendo que no deseara a alguien normal, que hoy fuera bueno en la cama, que quisiera compartir con otras personas, quería que no quisiera un modelo. Yo quería un maniquí, por eso la escogí a ella, por sus dulces excitantes y radiantes piernas, pero no quería que ella viera algo más en mi. Yo también lo pensé, seguro a eso se dedicaba, ¿o no?, no iba a ver nada en mi. ¿Un Pisco?, aceptó.

Quise y toqué sus muslos hasta que se derritió y estalló de indiferencia, vertí las yemas de mis dedos sobre todo su cuerpo, hasta que ardieran y se cocieran con su sudor, después quise sentirme dios, y seguí subiendo, levemente, sentí su bello, veía su clítoris y solo quería besarlo, a esas alturas ya no importaba si yo era yo, si era él o aquél, ¿será que sus senos encajarían perfectamente en la palma de mi mano?, ¿será que todas esas señales al fin se traducirían en hechos concretos?. La miré a los ojos, y supe que el desierto sería mío esa noche, aunque nunca dejé de entender que el destierro sería lo único que perduraría de haberla encontrado.

¿Será que disfrutaría si mi lengua actúa como serpiente en su presencia?, ¿Será que mi vida era similar si conocía profundamente a esta mujer?. Solo quería besarla toda como nadie, ni siquiera quería ser poseído, ni siquiera quería que me correspondiera, solo quería que mi lengua fuera bien bienvenida en su Templo, quería que su piel estuviera por siempre ignorada por todos, pero no es así, solo era una zorra que regala sus fotos de siempre, sus fotos de piernas. 

Me enseñó que su amor no se compartiría, esperando, yo solo era yo y ya. Yo solo era yo sufriendo por unas piernas, era yo pero no era suficiente, yo era yo pero no es suficiente, puedo lidiar con la cumbia que entra por la ventana, puedo lidiar con la belleza de un Mercado Central, pero no puedo lidiar con un acento inca, que simplemente me pasa el plato hondo del ají.


lunes, 16 de septiembre de 2013

Blanco



Buscaron desesperadamente otro pasaje, una solución al dilema, y al parecer no lo encontraron, se rindieron muy pronto. 

Se sentaron juntos en una cafetería del Terminal, que bien podría dársele el calificativo de elegante al lado del resto de tiendas adefesio.

La Terminal estaba trasnochada, cansada, con ojos tristes y vagos, al igual que ella, que no pudo contener sus lagrimas ante el desacierto temporal que les hizo perder el bus. Él intentaba consolarla a ella y a su estomago insistiéndole que escogiera algo del menú.

Ella, incomprendida y rezagada escoge una soda para evitar los estúpidos ofrecimientos de su estúpido novio. Quien para ese momento, ya se había percatado de los tres caballeros que la estábamos mirando.

¿Cómo no hacerlo? Él era un autentico Don Juan paceño, y ella una mezcla muy sobresaliente de piel morena y pelo blanco mal pintado, se veía hermosa llorando.

Para él, ya no existía más el hambre y la ansiedad, todo se había convertido en celos y territorialidad, se irguió levemente, muy disimulado.

Ella, notando toda la situación, sonrió.

¿Hay algo más bello que lagrimas y sonrisa simultáneamente en el rostro de una mujer, aunque no sea tan bella?

Ya lo creo que las hay, pero para mi, y las 10 horas de viaje que me esperaban, era suficiente.

domingo, 8 de septiembre de 2013

Tu y Yo

Tu y yo no somos lo mismo porque yo a ti te amo
y a mi no
no podemos ser la misma cosa
porque a veces te odio
te llevo a flor de piel
y detesto a todos los parásitos que 
posiblemente
te habitan sin reconocerte
sin reconocerse en ti

Yo no puedo decir que somos lo mismo
porque siento que estás lejos
cerca
extraña y huidiza de mi a la vez

Cómo puedo conocerte 
¿si no puedo explorarte de noche?

Cómo puedo sentirte si me mandas a
dormir temprano
o me mandas a la morgue de la misma manera
si al verte no puedo retratarte
y no te puedo ver todos los días

Como puedo habitarte, compartir contigo
y alegrarte si no me dejas,
si en tus entrañas llevas las dos mitades de todo
como un energúmeno bipolar
que tienes la más cruel y absurda abundancia
y a la vez la pobreza más absoluta

Como puedo entenderte si vagas entre bares 
de falsas miradas
y antros recónditos de personalidades ambiguas

Como puedo entrar en ti
si cada que lo intento me detiene tu autoridad
si no vacilas en cambiar de cálida a 
calurosa

Si contigo siempre debo soportar el agua 
y el calor calcinante al mismo tiempo

Como puedo amarte más si te secan todos los días
si en cada momento todos tienen la respuesta indicada
la solución precisa

Te necesito y te amo más aún
cuando empañas tus cerros
y vas a llorar de alegría
de placer
de sufrimiento
y la indiferencia se vuelve más áspera

Todo tu estilo recto, 
sin balcones
sin ventanas
sin aire,
todo guardado y regular
eres la diosa de los ladrillos
nunca he conocido una con más
rubor que tu,
y no es tu culpa que estés inválida por ese sufrimiento 
que te causan a diario
eso también lo amo de ti
arriesgarme a salir en la noche
a mojarme en el día
porque eres especial
y porque ya has tomado mi vida
porque me has secado toda la perfección
y soy así de perfecto sólo por ti.

Vagos los animales que recorren tu seno
y se alimentan
así mismo
de los parásitos que te rodean
estás enferma Bogotá,
estás inválida
sucia y embriagada
y por eso
y sólo por eso
te amo
yo más.