domingo, 17 de noviembre de 2013

Observador Inequívoco

Apúrate, ¡apúrate!
Le dice ella a él
Él corre desconcertado
ambos alcanzan el bus. 

Suben, se ciñen a la demás gente
Se miran inundados, entre el calor del tumulto
El frío circundante de la noche, 
de los demás transeúntes, 
todos húmedos, mojados, excitados a la hora pico.

Surcan su rumbo a la comodidad de casa,
al calor interno,
lejos del pavimento mojado y los charcos de barro
avanzan hacia el interior de un hogar,
de un lugar seco,
caluroso,
de una taza de café, una comida caliente, el noticiero,
ver a los demás
mojados, pero desde dentro.

Como está él ahora y como lo está por las horas
por los cambios de clima, 
que no lo inmutan en lo más mínimo,
desde que se despierta ve pasar a las personas,
ve el amanecer, el medio día, el atardecer,
siempre desde el mismo lugar, 
paciente, sin pedir nada, 
sin recomendar nada,
sin juzgar nada,
ve pasar las horas

Yo lo recuerdo de repente,
tomo mi botella y le doy un pequeño baño,
no demasiado para que no se pudra
es resistente y delicado,
ni siquiera me estaba esperando con ansias,
solo se zambulle y se alimenta,
no me necesita, 
“no me riegues demasiado,
que me ahogo”- dice,

Han pasado meses y no ha crecido nada,
lo puse en un lugar más amplio
y a él parece no importarle, 
no se ha expandido de todos modos,
no se ha inmutado ni me ha dicho su opinión

¡¿Pero qué es lo que tanto observa?!
¿Cuales son sus maneras de analizar a la gente?
De comprenderla desde la ventana, 
Para él, quizás, solo somos un parpadeo en su existencia,
y podría seguir creciendo sin necesitarme, sin necesitar a nadie,
¡no lo voy a alimentar de nuevo, a ver si es que no me va a necesitar!

Ahora ya no depende de mi,
nunca lo ha hecho,
y aunque sufra con todas sus fuerzas
y esté a punto de morir,
no me lo dirá jamás,
no se marchitará de a pocos,
solo de un día para otro,
amanecerá fallecido,
seco y chupado,
sin ánimo,
muerto.

Maldita naturaleza débil y estúpida
no me resisto y lo empapo de nuevo,
él vuelve a vivir, pero no gracias a mi
la vida ha seguido transcurriendo,
y desde donde él me ha enseñado a verla
dejarse quieto a morir 
es suficiente,
para salvarse,
tomando el aire de uno mismo
y el medio circundante, que ni siquiera
se da cuenta o se percata
de la presencia
precioso
                                               Cactus.



No hay comentarios.:

Publicar un comentario