lunes, 16 de septiembre de 2013

Blanco



Buscaron desesperadamente otro pasaje, una solución al dilema, y al parecer no lo encontraron, se rindieron muy pronto. 

Se sentaron juntos en una cafetería del Terminal, que bien podría dársele el calificativo de elegante al lado del resto de tiendas adefesio.

La Terminal estaba trasnochada, cansada, con ojos tristes y vagos, al igual que ella, que no pudo contener sus lagrimas ante el desacierto temporal que les hizo perder el bus. Él intentaba consolarla a ella y a su estomago insistiéndole que escogiera algo del menú.

Ella, incomprendida y rezagada escoge una soda para evitar los estúpidos ofrecimientos de su estúpido novio. Quien para ese momento, ya se había percatado de los tres caballeros que la estábamos mirando.

¿Cómo no hacerlo? Él era un autentico Don Juan paceño, y ella una mezcla muy sobresaliente de piel morena y pelo blanco mal pintado, se veía hermosa llorando.

Para él, ya no existía más el hambre y la ansiedad, todo se había convertido en celos y territorialidad, se irguió levemente, muy disimulado.

Ella, notando toda la situación, sonrió.

¿Hay algo más bello que lagrimas y sonrisa simultáneamente en el rostro de una mujer, aunque no sea tan bella?

Ya lo creo que las hay, pero para mi, y las 10 horas de viaje que me esperaban, era suficiente.

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